La mañana es clara en el Serengueti y una brisa tranquila recorre la inmensidad de la sabana. Allí todo se ha vuelto un premeditado silencio para que puedan observarse. Al acecho, ambos esperan obtener su recompensa.
El fotógrafo de pie, inmóvil, parapetado tras el enorme zoom, sueña
con hacer la foto perfecta. Por su parte, el joven león agazapado, ha centrado su
mirada en la lente del fotógrafo. Ambos se estudian cautelosamente. Calculan la
distancia. Ninguno de los dos quiere fallar. Los segundos transcurren
pesadamente antes que hombre y fiera se
decidan y es que la espera, forma parte de un ritual. Los dioses finalmente se
pronuncian: todo saldrá bien. Entonces, el tiempo se detiene. Es la señal. En
perfecta sincronía, el clic de la cámara de fotos y el afilado zarpazo, rompen
la quietud y se cruzan en el aire. Todo sucede al unísono, en el justo instante
de las recompensas.
Relato ganador del II Concurso Purorrelato convocado por de Casa África en Julio 2014 y al que se presentaron microrrelatos de 17 países escritos en portugués, francés y castellano.
¡De mis microrrelatos favoritos! Sin duda, contiene todos los elementos que caracterizan a un gran microrrelato. En pocas palabras nos trasladas a un escenario perfectamente descrito y además añades ese factor sorpresa que a todo lector le encanta. Muy merecedor del primero premio y para mí, el perfecto ejemplo de cómo cautivar al lector en menos de 1.000 palabras. No me canso de leerlo. Enhorabuena!
ResponderEliminarY yo no me canso de agradecerte por tu gentileza de pasar y dejarme tu comentario. ¡Un abrazo enorme para ti!
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