martes, 22 de septiembre de 2015

La muerte del rey


Julio 2014

Nunca supo que me atrapó en su magia y que lo admiraba por su  valentía y por la genialidad con que sus hazañas iban cambiando el curso de la historia africana. 
Tampoco supo que lo seguía fascinado cuando reunía al ejercito zulú para explicarles novedosas estrategias de guerra o les enseñaba a construir poderosos escudos y afiladas lanzas para el combate. Nunca supo que estuve junto a él cuando curtía con espinas las plantas de sus pies  para ser el más veloz en las batallas, ni que me transformé en su sombra para luchar a su lado contra los colonos invasores. No supo tampoco que yo creía en él y que no di crédito a los  rumores que decían que la guerra lo estaba volviendo un perturbado. 
Por eso, cuando me enteré de la conspiración que planeaban sus detractores y de cómo lo emboscaron y acuchillaron sin piedad hasta la muerte, no pude soportarlo. “¿Cómo puede ser? ¡África lo necesita!” grité desolado. 
En ese momento me sentí huérfano, furioso, impotente y reaccioné, como solo un adolescente sabe hacerlo. No quise saber nada más. ¡Se acabó! Como quien da un portazo, cerré el libro de historia, lo tiré al suelo, apagué la lamparita y me escondí bajo las sábanas. 
Allí estaba bien, donde nadie pudiera ver mi frustración por la muerte del más valiente y temerario guerrero de todos los tiempos, el mejor de los estrategas, el Gran Shaka, mi rey.

Relato finalista en el II Concurso de Microrrelatos de Casa África.
Leer la publicación completa Aquí




No hay comentarios:

Publicar un comentario