martes, 22 de septiembre de 2015

Investigación criminal


Octubre 2010

De pie junto a la escena del crimen, Juan lo analizaba todo minuciosamente. La lluvia había borrado las marcas físicas. No había indicio de lucha. Halló un calcetín y una zapatilla que la victima presuntamente perdió al caer. El principal sospechoso había desaparecido sin dejar huellas. Para Juan estaba claro que la caída sufrida por la víctima no era accidental sino intencionada, un intento fallido de homicidio. Los objetos encontrados y las pruebas de ADN le permitirían fundamentar su alegato… Anotaba sus hallazgos, cuando escuchó pasos. ¿Algún testigo, quizás? Se volvió y vio entonces a su mujer: 
–¡Juan! ¿Otra vez jugando a ser Horatio Caine de CSI? No insistas. Ya te he dicho que el chiquillo salió al portal, el suelo estaba mojado, no vio la tortuga, la pisó, resbaló y se cayó. ¡Punto!
Imperturbable, Juan la miró de soslayo y seguidamente anotó en su cuaderno: “No hay testigos”.

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