Noviembre 2010
La
carrera de Derecho no había sido un fin, sino el recurso que le permitió
construirse un puente hacia la felicidad (léase vida fácil). Fue por eso que
cuando sintió peligrar su vida de cuento, no dudó en destruir pruebas y
guardarse el dinero. Con una clara visión del futuro decidió que hacia la media
noche, su flamante Audi volvería a ser una calabaza y él dejaría de ser un
afamado abogado para escapar cuan inocente Ceniciento, a por las bondadosas
playas de Bahamas. Maletín en mano se disponía a partir, cuando un destello de
luz lo paralizó dejándolo todo nublado.
–¿Dónde estoy? Es muy fría Bahamas.
La
habitación del hospital donde permanecía con dos balas en el pecho y el calor
de la única mano amiga, lo devolvieron a una realidad donde se cumplía la más
temida de las profecías: “Te lo advertí hijo, te lo advertí”
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