sábado, 26 de junio de 2021

El sueño de Mariana



Fue como una revelación. Corría el año 1976 y los Juegos Olímpicos de Montreal estaban en pleno apogeo, cuando la jovencísima Mariana llegó muy excitada a su casa, diciendo que quería ser una campeona, como Nadia Comaneci, la gimnasta que acababa de enmudecer al mundo con un ejercicio perfecto. En ese instante, el bofetón que le dio su padre fue tan rotundo que la paró en seco, al tiempo que le reprochaba: “¡Déjate de estupideces Mariana! ¿Campeona tu? ¿Y quién va a ayudar aquí en la casa los días que tu madre salga a trabajar?”.
Tenía razón, pensó Mariana odiándolo con todas sus fuerzas y las lágrimas brotaron de sus ojos descontroladas, ahogándole la respiración y el alma. No debía haber dicho semejante tontería y se culpó por ello.

Aquellos eran otros tiempos. Mariana era la mayor de seis hermanos y la única chica. Por aquel entonces ella solo tenía 14 años, igual que Nadia Comaneci y ya era la encargada de cuidar a los pequeños y de ayudar a su madre, que limpiaba en varias casas para aumentar el sustento. Por eso la niñez de Mariana había sido muy parecida a la vida de los adultos. Ella no había podido ir a la escuela, no sabía leer ni escribir. Aun así, era muy lista y conocía al detalle todo el manejo de la casa y de los pequeños, tanto, que pronto estuvo lista para el matrimonio.
Se casó a los 18, en cuanto se le presentó la primera oportunidad, pero contrario a lo que ella había imaginado, el matrimonio no fue una liberación, sino un cambio de responsabilidades. A los 25, cuando ya había tenido su cuarto hijo, enviudó repentinamente. La desgracia la sorprendió tan ocupada que apenas tuvo tiempo de echar de menos al marido ausente. Tenía que sacar adelante a los hijos, seguía ayudando a su madre, a los suegros y además intentaba sacar tiempo para ir a la escuela de mayores. Esto último, según decía, era lo único y lo mejor que podía hacer por sí misma. Cuando finalmente se alfabetizó, lo primero que hizo fue escribir una carta de su puño y letra a sus hijos, que ya mayores e independientes, se sintieron muy orgullosos de su madre.

Hoy, a sus 60 años, ha vivido sin excusas, de mejor a peor y también lo contrario. Ha sabido de alegrías, gozo o sufrimiento, pero Mariana sigue siendo una luchadora que no pierde la esperanza. Ahora ayuda a jóvenes en situaciones vulnerables a encontrar su camino y los alienta a soñar que otra vida es posible y que todo empieza con un sueño.

En alguna ocasión, cuando le preguntan si ella ha cumplido sus sueños, sonríe. No dice nada, aunque en el fondo siente que sí, que, a su manera, ha cumplido su sueño de adolescente, no el de ser de ser una gimnasta como Nadia Comaneci, pero si el de ser una campeona. Una campeona en la vida, una campeona anónima y sin medalla.


7 comentarios:

  1. qué hermoso me resulta siempre encontrar gente cuyo sueño sea ayudar a que otros cumplan los suyos.
    Un relato muy bonito, suerte

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    1. Muchísimas gracias por pasar y dejar tu comentario. Comparto tu opinión, es bueno pensar que hay gente como Mariana. Un saludo y nuevamente gracias!

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  3. ¡C e c i l i a , A T u s P i e s D e N u e v o ! :
    Reconozco en la figura protagonista de Mariana, a tantas anónimas que son ejes vertebradores de los pequeños mundos caseros donde viven. Tus líneas dentro de una muy acertada melancolía, son clarísimo L o o r a quienes se han sacrificado por los demás desprovistas de egoísmos, Los Tiempos que corren, tan malos en su mayoría de cosas, menos mal que son buenos y apropiados para que Cada Ser, sin dejar de ocuparse de sus cercanías amadas, PUEDAN REALIZARSE.
    Si "Mariana" está basado en alguien real, esa persona te besaría después de leer tu antropológico texto.
    Entretanto, tan bien lo has realizado, que yo te mando Una Abrazo Auténtico también.
    Post Scriptum : Me complació mucho la mención a Nadia Comaneci porque me recordó los tiempos de mi infancia. Aún la recuerdo en la tele en blanco y negro de mi casa en sus evoluciones gimnásticas sin parangón. 🌿🌿🌿🌿🌿🌿🌿🌿🌿 (te mereces todos estos laureles)

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    1. ¡Amigo Juan, infinitas gracias!
      Desde luego, no hay comentario mas lleno de generosidad y originalidad (¡a raudales!) que el tuyo. Además de acertado. Eso es y será siempre así, punto.
      Efectivamente, Mariana es varias Marianas, viudez y bofetón incluidos, esto último en diferente contexto. Definitivamente, eran otros tiempos y mi intención es apenas un guiño a tanta generosidad y entrega a cambio y a la espera de nada.
      Y sobre Nadia Comaneci, a mí también me evoca una imagen familiar, muy familiar, rodeada de los míos. Y si hay algo de autobiográfico en el relato, eso será sin duda mi deseo, como el de tantas niñas, de ser una gimnasta como la Comaneci. En mi caso, la desmedida ambición me duró todo un verano.
      Muchísimas gracias de nuevo Juan por pasarte por aquí y dejarme tu comentario. Es siempre un placer.
      ¡Un abrazo!

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    2. ¡¡¡Hola Maja!!! Y Feliz Septiembre. Resulta que estaba componiendo un microcuento para un concurso y me he acordado de ti. Aquí te dejo el enlace.....

      https://www.tregolam.com/concurso/iii-concurso-literario-camp-de-la-turia-2021/

      ¡Ya he enviado mi ocurrencia!
      ¡¡¡ A Por Él C e c i l i a !!!


      ¡Saludos Muy Veraniegos Aún! de......
      🥂🍻🥘⛱
      J u a n

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    3. Muchísimas, muchísimas gracias Juan por tenerme en cuenta.
      Ya he visto el enlace con las bases y aun voy a tiempo, así que me pondré a ello.

      Muchos saludos también para ti, ya no tan veraniegos, pues
      Septiembre nos abandona...

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